jueves, 11 de febrero de 2016

La terrible sinceridad - Roberto Arlt


Me escribe un lector: "Le ruego me conteste, muy seriamente, de qué forma debe uno vivir para ser feliz".

Estimado señor: Si yo pudiera contestarle, seria o humorísticamente, de qué modo debe vivirse para ser feliz, en vez de estar pergueñando notas, sería, quizá, el hombre más rico de la tierra, vendiendo, únicamente a diez centavos, la fórmula para vivir dichoso. Ya ve qué disparate me pregunta.

Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes: es la sinceridad.

Ser sincero con todos , y más todavía consigo mismo, aunque se perjudique. Aunque se rompa el alma contra el obstáculo. Aunque se quede sólo, aislado y sangrando. Esta no es una fórmula para vivir feliz; creo que no pero sí lo es para tener fuerzas y examinar el contenido de la vida, cuyas apariencias nos marean y engañan de continuo.
No mire lo que hacen los demás. No se le importe un pepino de lo que opine el prójimo. Sea usted, usted mismo sobre todas las cosas, sobre el bien y el mal, sobre el placer y sobre el dolor, sobre la vida y la muerte. Usted y usted. Nada más. Y será fuerte como un demonio entonces. Fuerte a pesar de todos y contra todos. No importe que la pena lo haga dar de cabeza contra la pared. Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente:
-¿Soy sincero conmigo mismo?
Y si el corazón le dice que sí, y tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar. Esté segurísimo de eso. No se va a matar, porque no se puede matar. La vida, la misteriosa vida que rige nuestra existencia, impedirá que usted se mate tirándose al pozo. La vida, providencialmente, colocará, un metro antes de que usted llegue al fondo, un clavo donde se engancharán sus ropas, y ... usted se salvará.

Me dirá usted: "¿Y si los otros no comprenden que soy sincero?" ¡Qué se le importa a usted de los otros! La tierra y la vida tienen tantos caminos con alturas distintas, que nadie puede ver a más distancia de la que dan sus ojos. Aunque se suba a una montaña, no verá un centímetro más lejos de lo que le permita su vista. Pero, escúcheme bien: el día que los que lo rodean se den cuenta de que usted va por un camino no trillado, pero que marcha guiado por la sinceridad, ese día lo mirarán con asombro, luego con curiosidad. Y ese día en que usted, con la fuerza de su sinceridad, les demuestre cuántos poderes tiene entre sus manos, ese día serán sus esclavos espiritualmente, créalo.

Me dirá usted: "¿Y si me equivoco?". No tiene importancia. Uno se equivoca cuando tiene que equivocarse. Ni un minuto antes ni un minuto después. ¿Por qué? Porque así lo ha dispuesta la vida, que es esa fuerza misteriosa. Si usted se ha equivocado sinceramente, lo perdonarán. O no lo perdonarán. Interesa poco. Usted sigue su camino. Contra viento y marea. Contra todos, si es necesario ir contra todos. Y créame llegará un momento en que usted se sentirá más fuerte, que la vida y la muerte se convertirán en dos juguetes entre sus manos. Así, como suena. Vida. Muerte. Usted va a mirar esa taba que tiene tal reverso, y de una patada la va a tirar lejos de usted. ¿Qué se le importan los nombres, si usted, con su fuerza, está más allá de los nombres?

La sinceridad tiene un doble fondo curioso. No modifica la naturaleza intrínseca del que la practica, y sí le concede una especie de doble vista, sensibilidad curiosa, y que le permite percibir la mentira, y no sólo la mentira, sino los sentimientos del que está a su lado.
Hay una frase de Goethe, respecto de este estado, que vale un Perú. Dice:
"Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás de él"
Es lo que anteriormente le decía.
La sinceridad provoca en el que la practica lealmente, una serie de fuerzas violentas. estas fuerzas sólo se muestran cuando tiene que producirse eso de: "Tú que me has metido en este dédalo, tú me sacarás". Y si usted es sincero, va a percibir la voz de estas fuerzas. Ellas lo arrastrarán, quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa. Usted los realiza. ¿Que se quedará sangrando? ¡Y es claro! Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.
Y de pronto, descubrirá algo que no es la felicidad, sino un equivalente a ella. La emoción. La terrible emoción de jugarse la piel y la felicidad. No en el naipe, sino convirtiéndose usted en una especie de emocionado naipe humano que busca la felicidad, desesperadamente, mediante las combinaciones más extraordinarias, más inesperadas. ¿O qué se cree usted? ¿Que es uno de esos multimillonarios norteamericanos, ayer vendedores de diarios, más tarde carboneros, luego dueños de circo, y sucesivamente periodistas, vendedores de automóviles, hasta que un golpe de fortuna los sitúa en el lugar en que inevitablemente debía estar?

Esos hombres se convirtieron en multimillonarios porque querían ser eso. Con eso sabían que realizaban la felicidad de su vida. Pero piense usted en todo lo que se jugaron para ser felices. Y mientras no se producía lo efectivo, la emoción, que derivaba de cada jugada, los hacía más fuertes. ¿Se da cuenta?
Vea amigo: hágase una base de sinceridad, y sobre esa cuerda floja o tensa, cruce el abismo de la vida, con su verdad en la mano, y va a triunfar. No hay nadie, absolutamente nadie, que pueda hacerlo caer. Y hasta los que hoy le tiran piedras, se acercarán mañana a usted para sonreírle tímidamente. Créalo, amigo: un hombre sincero es tan fuerte que sólo él puede reírse y apiadarse de todo.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Textos que ofrecen resistencia - Heinen Muller

"Estoy firmemente convencido de que el fin de la literatura es ofrecer resistencia al teatro. Sólo cuando un texto no se puede representar supuesta la constitución actual del teatro es productivo o interesante para el teatro. (...) Hay ya suficientes obras teatrales que se ponen al servicio del teatro tal como éste es, no conviene abundar en ello, sería paralizarlo" (1975)

Cómo decir poesía - Leonard Cohen

Por ejemplo la palabra “mariposa”. Para usar esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado, ni estar enamorado de las mariposas. La palabra “mariposa” no es una mariposa de verdad. Está la palabra y está la mariposa. La gente tendrá todo el derecho a reírse de ti si confundes estos dos conceptos. No le des tanta importancia a la palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a las mariposas con más perfección que nadie o que entiendes realmente su naturaleza? La palabra “mariposa” no es más que un dato. No te da pie a revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes las palabras. No representes nunca las palabras. No intentes nunca despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y cierres los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor, métete la mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu hambre de aplausos te han llevado a hablar del amor, debes aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.

¿Qué expresión podría definir a nuestra época? Nuestra época no tolera expresión alguna. Todos hemos visto fotografías de madres asiáticas desoladas, así que no nos interesa la agonía de tus órganos achacosos. Nada de lo que puedas expresar con tu cara tiene parangón con el horror de nuestro tiempo. No lo intentes siquiera. Sólo merecerías el desprecio de los que han sido tocados en lo más hondo. Todos hemos visto noticieros con seres humanos embargados por el dolor y la desazón. Todos sabemos que comes como Dios manda y que hasta te pagan para que te subas a un escenario. Estás tocando para gente que ha vivido catástrofes, así que tranquilízate. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos sabemos que sufres. No puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en cada verso de amor que digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes porque ya lo sabía. No tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que ellos. Ni más sabio. No les grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo mal practicado. Si muestras el contorno de tus genitales, entrega lo que prometes. Y recuerda que, en el fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama. ¿Qué necesitamos? Estar cerca del hombre natural, estar cerca de la mujer natural. No quieras ser un cantante venerado por un público numeroso y leal que desde siempre ha seguido los altibajos de tu carrera. Las bombas, lanzallamas y demás mierdas han destruido algo más que árboles y poblados. También han destruido los escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la destrucción general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente, por lo tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.


Se trata de un paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos, pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos. La disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un slogan. No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gangster del amor y tanta tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos queda más que tu ambición.

Di las palabras con la precisión exacta con que comprobarías la ropa de tu colada. No te conmuevas con una blusa de encaje. Unas braguitas no tienen por qué ponértela dura. No tiembles al ver una toalla. Las sábanas no han de dibujar una expresión de ensueño alrededor de tus ojos. No hace falta que llores en el pañuelo. Los calcetines no están ahí para evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que tu colada. No es más que tu ropa. No seas un mirón escudriñando a través de ella. Limítate a llevarla puesta.

El poema es mera información. Es la Constitución de la patria interna. Si lo declamas y lo hinchas con nobles intenciones, no eres mejor que esos políticos que tanto desprecias. No haces más que agitar una bandera y llamar patéticamente a la patriotería emocional. Piensa en las palabras como ciencia, no como arte. Son un informe. Es como si dieras una conferencia en la Federación de Montañismo. Las personas que te escuchan conocen todos los riesgos de la escalada, y te honran dando por sentado que lo sabes. Si se los pasas por la cara, estás insultando la hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud de la montaña, describe el equipo que utilizaste, especifica el tipo de superficie y fija el tiempo que duró la escalada. No busques dejar al público boquiabierto. Si el público se queda boquiabierto, no será debido a tu apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu mérito estará en la estadística y no en las inflexiones de tu voz ni en los ademanes enérgicos de tus manos. Estará en los datos y en la tranquila organización de tu presencia.

Evita las fiorituras. No temas ser débil. No te avergüences de estar cansado. Tienes buen aspecto cuando estás cansado. Parece como si pudieras seguir y seguir sin parar. Y ahora ven a mis brazos. Eres la imagen de mi belleza.

Este texto fue publicado en el Diario PAGINA 12 y re publicado en el blog www.investigaciontallerescenica.blogspot.com de Andrea Chacon.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Constantine Stanislavsky - Fe y sentido de verdad (fragmento de Un actor se prepara)

En la vida ordinaria, verdad es lo que en realidad existe, lo que una persona conoce realmente. En tanto que en el escenario, consiste en algo que no existe realmente, pero que podria ser o suceder.

Lo que nos interesa a nosotros es lo siguiente: la realidad de la vida interior de un espíritu humano por una parte, y la creencia en esa realidad por otra ¡No nos interesamos por la verdadera existencia al natural de lo que en el escenario nos rodea, la realidad del mundo material! Esto es útil para nosotros sólo en la medida en que proporciona un fondo general a nuestros sentimientos".

Lo que queremos decir por verdad en el teatro es la verdad escenica de la que un actor debe hacer uso en los momentos de creación. Traten siempre de comenzar su labor desde el interior. Pongan vida en todas las circunstancias imaginadas y en las acciones hasta que hayan satisfecho por completo su sentido de la verdad y hasta que hayan despertado ese otro sentido de fe o creencia, en la realidad de sus sensaciones.

Verdad en la escena es todo aquello en lo que podemos creer con sinceridad, sea en nosotros mismos o respecto a nuestros compañeros. La verdad no puede separarse de la creencia, ni esta de la verdad. No puede existir la una sin la otra . Cuanto suceda en la escena debe ser convincente para el actor en si mismo, para los demas que actuan con el y para el espectador.

Todos y cada uno de los momentos de la actuación deben estar saturados de esa creencia en la veracidad, en la verdad de la emocion sentida, y en la accion que realiza el actor.

Al principio parecerá que lo único que podemos hacer es utilizar las emociones verdaderas y, sin embargo, las cosas del espíritu no son suficientemente verdaderas: debemos recurrir a las acciones físicas. No obstante, más importante que las acciones mismas, es su verdad y nuestra creencia en ellas. La razón es que siempre que posean VERACIDAD y CREENCIA, tendrán SENTIMIENTO y EXPERIENCIA.

Arturo Perez Reverte - El club Dumas (fragmento)

Sí, juego. Tensión, incertidumbre, destreza, habilidad… Acción libre, según reglas obligatorias, que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y de la alegría de actuar de otro modo que en la vida corriente.

Los niños son jugadores y lectores perfectos: todo lo hacen con la mayor seriedad. En el fondo, el juego es la única actividad universalmente seria; ahí no vale el escepticismo. Por muy incrédulo y descreído que uno sea, si se quiere participar no hay más opción que atenerse a las reglas. Solo quien respeta esas reglas, o al menos las conoce y utiliza, puede vencer… Ocurre lo mismo al leer un libro: hay que asumir la trama y los personajes para disfrutar la historia.

Carolina Pavlosvsky - Apuntes acerca del cuerpo (sin órganos)

No irse del cuerpo. Para mejor poder dejar el cuerpo. Prestarle atención – al corazón, a las vísceras, a sus ritmos, a sus arritmias, a su campo de expresión biológica. Guiarse por los ritmos más moleculares de los Cuerpos. DANZA. Danza de moléculas, de pasiones, de líneas.

Las líneas del cuerpo: abrir las líneas de fuga, pero buscando siempre el eje: el eje depende del centro de gravedad.

La gravedad provoca estallidos y creaciones estelares. Gravedad como ley, como máquina y metáfora compositiva. El eje posible en el cuerpo posible, en el espacio posible: defender los territorios que conquista pero no dejar de circular nómadamente por sus estepas.

Ser un guerrero del cuerpo: TUPAC AMARU: cuerpo de la resistencia, pero precisamente, por estar atravesado por tangentes, intersticios, “quebraduras”. Cuerpo – experiencia: dejarse despedazar pero para ser indespedazable.

Ser extranjero en su propio territorio. Moverse como recién llegado. No ser siempre el anfitrión; no hablar siempre en Nuestro Propio Nombre: esa Primera Persona Singular Dureza Callosa Yo-Moi; esa subjetividad demasiado humanizada, ese “deber ser” sujeto, buen anfitrión, al fin de cuentas.

Ser el foráneo, el ajeno: circular por los márgenes; ser el marginal en nuestra propia casa.

El cuerpo no deja de traicionar. Ser traidor entonces. Aliarse al corazón. Agenciarse aliados. Traicionar algún sentido. Ser rebelde. No hay creación, no hay vida posible sin trangresión. Transgresión de nuestras propias normas, sobre todo. Ruptura de códigos. No contabilizar los elementos del código, sino enloquecerlo, hacerlo desbordar. Fuga de la Máquina: energía que se manifiesta no siempre en regímenes de repetición sino en direcciones imprevisibles y multidimensionales; como reencarnaciones: formas de corporizar energías inherentes a la apropiación maquínica del deseo.

Suplir la interpretación por la Experimentación. Hacer de la experiencia un entrenamiento: diseñar un mapa- programa, programar trayectos, en sus avances, detenimientos, retrocesos necesarios. Y convertir estas estrategias en una liberación.

La única manera de entrenar un cuerpo es HACIÉNDOLO. Hacer cuerpo. Devenir cuerpo, o mejor dicho, devenir corporalidad, como una estrella nace, deviene, muere.

Detener el diálogo interno, en tanto diálogo estructural, de preguntas y respuestas, decía Don Juan (Carlos Castañeda), maestro del cuerpo- experiencia. Santa gramática, que no tolera el silencio ensordecedor de los cuerpos cuando callan, el lenguaje mudo de los procesos somáticos de la metamorfosis, la danza inquietante de signos cuando hablan los objetos no orgánicos.

Ser fiel a las líneas de flujo deseante; al traslado de estas líneas en su singularidad: para ver mejor cuál pasa, cuál no pasa. Líneas bloqueadas, en callejones, otras que atraviesan o “saltan” vacíos; líneas que arrastran, atraen, capturan a las demás, como poderosos agujeros negros, líneas que tienen una específica tendencia a la dispersión, como gases estelares.

Tener, hacerse un cuerpo de líneas flexibles: no hacerlo encajar necesariamente en los organismos imaginarios que debieran ser y nunca serán: micropolítica de los cuerpos.

Ideas acerca de la clínica y los cuerpos
Clínica como arte de COMPOSICIÓN, más que de INTERPRETACIÓN. Clínica como estrategias geográficas: construir un mapa en un desierto, seguir su recorrido, todo mapa es orientativo. No coincide con el territorio: sobre el mismo terreno se pueden trazar mapas alternativos. Clínica como ciencia geológica, que opera sobre estratos, superficies en constante devenir; clínica como metáfora termodinámica, que sabe guiarse por umbrales de intensidad, entre velocidades y ritmos diversos.

Una clínica que se apoya en líneas duras, segmentarias, sólo puede contener, frenar, cortar, asesinar: mantener bajo control las líneas de des-bordes cuando estas se inscriben en los cuerpos y en las acciones de los mismos. DISCIPLINAMIENTO de los cuerpos. Apogeo de las técnicas como modos de sometimiento, examen y control: regímenes de captura social.

Hoy se asiste al retorno de los cuerpos que las tecnologías no computan: cuerpos como restos de la anti-producción; restos amontonados, sin caras ni nombres; de las guerras, de los cataclismo-violaciones sobre el Cuerpo Madre Tierra, que no dejan sobrevivientes. Restos vaciados de la desnutrición infantil; cuerpos virtuales sin fisuras, planos, objetos de consumo de una sociedad pasiva y obesa de imágenes.

Retorno de los cuerpos que la ciencia no logra capturar, ni aún en sus utopías de repeticiones aberrantes genéticas. (…)

Los cuerpos fragmentados de la psicosis, vidriosos de la drogadicción, cuerpo débil y quejoso de las hipocondrías actuales: falla de la Medicina: órganos que se resisten a ser estudiados, curados, clasificados, enmudecidos. Cuerpos hipertensos, desafectivizados producidos cotidianamente en las grandes concentraciones urbanas. Nuevas patologías. Retorno molesto de los cuerpos de la niñez, sometidos a una adultización precoz, expulsados para siempre de su campo de experiencia singular: la máquina feroz del neocapitalismo no respeta los derechos de la infancia.

Retorno inquietante del cuerpo de la adolescencia, retorno terrorífico del cuerpo de la vejez, anulado como tal en tanto TERRITORIO DE EXPERIENCIA Y MEMORIA, incómodo para una ciencia que dice interesarse en los secretos de la vida y la muerte, cuando en los hechos parece querer momificar el fluir entrópico del tiempo en programas de Internet y en la investigación clónica.

Retorno de los cuerpos que el mismo psicoanálisis expulsó de su doctrina: el del esquizo, del paranoico, del marginado, del alcohólico, etc., etc.

Cuerpos que hoy se manifiestan como arena de esclavitud, cárcel de su doctrina, que ya no tiene amos, pero que se expresan bajo regímenes de terror. (…)

Cuerpos – producto

Hoy los cuerpos no devienen en sus dimensiones vitales. Se fabrican. Fabulosas maquinarias de fabricación, mutación, transformación aberrante de cuerpos. No se ve el proceso, éste se oculta, lo que nos llega son los cuerpos como producto acabado. Nueva forma de DISCIPLINAMIENTO. Auge del APLANAMIENTO de los cuerpos. En estas culturas de espectadores catatónicos, ávidos adictos consumidores de imágenes, la imagen ya no tiene por qué responder a la realidad. Habla por sí sola. Crece como un tumor, cobra poder sobre los cuerpos. DICTADURA DEL FASHION: la violencia simbólica de la imagen se impone por su mismo encubrimiento; encubrimiento deliberado de su relación con el poder, poder al que se agencian incalculables intereses económico – políticos. Cultura de la ROSTRIDAD. “Impone una imagen y controlarás gran parte del mercado.”

La opinión pública es fácilmente narcotizada por la fascinación que produce la ilusión de los cuerpos sin fisura, planos. Las estrategias de los medios manipulando el uso de la imagen producen realidades despóticas. La imagen borra las diferencias: no deja pasar otras ideas, otros cuerpos, otros flujos, otras utopías, otros “modelos” del ser.

Los cuerpos no están hechos para soportar estructuras tan fijas como las dictadas por las modas, cada vez más homogéneas. Los cuerpos están atravesados por múltiples afectaciones, responden a diversidades en sus modos de dejarse afectar. (…)

Hay que ser un poco loco, un poco drogadicto, un poco anoréxico, un poco bulímico, un poco alcohólico, un poco guerrillero, lo justo para atravesar la experiencia, pero no demasiado para no profundizar la grieta, la herida, hasta su límite.

El cuerpo sobrio
Devenir sobrio de los cuerpos: las líneas más difíciles de sostener. Devenir sobrio no tiene necesariamente que ver sólo con sustancias que se incorporan, se ingieren, hacen máquinas cerradas con los cuerpos. Se trata de la transmutación de los cuerpos. Voluntad de un plan de consistencia, de una estrategia de sobrevivencia. La sobriedad es un devenir del espíritu. Pero devenir imperceptible sin caer en los duros estratos del ascetismo.

Danza del equilibrista sobre la cuerda, para no quedar atrapado en niveles cerrados de existencia.

Devenir utopía, pero en determinados socio-históricos, la utopía debe ser creada, debe tener un plan de consistencia para poder ser efectuada. Hay que inventar nuevas utopías cuando nos han pulverizado la maquina deseante de la ética social. Las esperanzas de un socialismo posible y real hoy parecen obsoletas. Y sin embargo hoy asistimos a la vigencia de un régimen de producción de subjetividad que bien podría elevar a Marx al nivel de uno de los genios más indiscutidos del siglo XIX: los antagonismos sociales, cada vez más extremos, la instalación de democracias dependientes hasta lo obsceno en los países tercermundistas, en relación con un primer Mundo, concebido desde hace décadas, para instalar de forma atroz e impune la división internacional del trabajo, gracias a lo cual la explotación asesina de unas clases sociales por otras se denomina “progreso”.

Cada vez quedará más gente a la vera del camino. La desnacionalización de las políticas latinoamericanas proporciona la comida, además de la saliva, y los grandes latifundios se limitan a devorar. La desigualdad asume magnitudes cada vez más contundentes y dramáticas. Cientos de millones de niños sabemos que serán inmolados por la desnutrición en el próximo milenio. Las dictaduras ya no son necesarias para eliminar futuras insurgencias.

Estamos anestesiados, intoxicados por el veneno aniquilador del neo-capitalismo. La impotencia del subdesarrollo se confunde interesadamente con el presunto escepticismo y vacío del destino que nos tocó como nación.

Devenir sobrios es mantener la memoria.

“Toda memoria es subversiva, y también todo proyecto de futuro… Y en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación.” (Eduardo Galeano, Las venas Abiertas de America Latina).

John Cage - 10 Reglas para estudiantes y profesores

Regla 1: Encuentra un lugar de confianza, y luego, trata de confiar en él por un rato
Regla 2: (deberes generales del estudiante)
Sacar todo lo que se pueda del profesor.
Sacar todo lo que se pueda de tus compañeros estudiantes.
Regla 3: (deberes generales del profesor)
Sacar todo lo posible de tus estudiantes.
Regla 4: Considéralo todo un experimento.
Regla 5: Sé auto disciplinado. Esto significa, encuentra a alguien sabio o inteligente y elige seguirlo. Ser disciplinado es seguir en el buen sentido. Ser auto disciplinado es seguir de una manera mejor.
Regla 6: Sigue al líder. Nada es un error. No hay una ganancia ni una pérdida. Sólo hay acción
Regla 7: La única regla es trabajar. Si lo haces te llevara a algo. Es la gente que hace todo el trabajo todo el tiempo que eventualmente capta las cosas. Podes engañar a los fans pero no a los jugadores.
Regla 8: No trates de crear y analizar al mismo tiempo. Son procesos diferentes.
Regla 9: Sé feliz cuando puedas manejarlo. Disfruta. Es más fácil de lo que crees.
Regla 10: Estamos rompiendo todas las reglas, incluso las nuestras propias y ¿cómo hacemos eso? Al dejar bastante espacio para “x” cualidades.

Consejos útiles:
Siempre estar alrededor.
Vuelve o ve hacia todo.
Siempre ve a las clases.
Lee todo lo que tengas a la mano.
Mira las películas con atención y seguido.
GUARDA TODO. Puede que sea útil en algún momento.